Viaje a Otabalo, Quito y Mompiche 😉

puente otavalo

La casa de viajeros en Otavalo

Otavalo nos había encantado, no nos queríamos ir, era delicioso vivir en el campo con fogatas, cascadas, gallinas y terneras; espectacular.

Allí comprendí a lo que Maffesoli se refiere en el Libro El nomadismo vagabundeos iniciáticos al “querer estar aquí y en otra parte y al deseo y la insatisfacción, a la dialéctica constante entre la estática y la dinámica”

Estabamos grabando un documental, pero teníamos todavía miedo de sacar la cámara, de mostrarla. ¿Cómo reaccionarían los viajeros? ¿Se disgustarían por grabarlos?

Pero como había otro joven que tenía una parecida, tuve el coraje para grabar unas cuantas imágenes en aquel hermoso lugar y esperamos pronto perder el miedo a usarla.

IMG_4293 copy

Jhon maquillandose para salir al semáforo a jugar malabares

 

  •  Consejos: Cuando vamos a viajar nos llenamos de prejuicios. Pero sabemos que si tanta gente logra viajar ¿porque no podemos hacerlo nosotros? Hay diferentes modos de viajar, gente de todo el mundo que dedica su vida al viaje, y encuentran diferentes oficios para vivir viajando, comunidades de viajeros internacionales. Cuando estamos viajando no estamos solos estamos acompañados por todos aquellos que viajan y en cada lugar hay alguien que esta dispuesto a dar una mano.

La española

Este era un grupo muy unido, encontramos una española, que vivió seis meses, en dos ocasiones, en Bogotá, una joven muy atractiva, que viajaba con su amiga desde hace varios años, tenía el cabello rubio, largo y ondulado y siempre usaba delineador negro para resaltar sus enormes y brillantes ojos verdes, entre las dos hacían pases de clavas en el semáforo y el fin de semana iban a un pueblo cercano donde hacían ochenta dólares en dos horas y el resto de la semana trabajaban poco o nada. Su fuerte voz con el acento español y gran elocuencia se volvió parte del paisaje sonoro y del sonido medio ambiental que nos acompañó durante nuestra estadía.

El italiano

También había un italiano que trabajaba toda la semana martillando alambre para ir a venderlo el fin de semana en la feria artesanal donde se venden las famosas esculturas de madera y ropa tradicional hecha por los indígenas.

La ecuatoriana

Otra de las jóvenes que había en el lugar era una niña de doce años, tenía el cabello negro y largo, un perfil fino y tez morena, decía que era mayor de edad pero todos lo negaban y su actitud confirmaba su inocencia. Viajaba sola, contaba que había salido a viajar con una amiga que estaba enferma del corazón y que por eso había tenido que devolverse para hacerse una operación a corazón abierto, decía que sus padres estaban contentos con que estuviera viajando.

El rumor que corría era más escandaloso, ella se había escapado de su casa, no tenía plata y había llegado a ofrecerse sexualmente al dueño del hospedaje y a todos más que estaban en la casa. Don Germánico, el dueño del hospedaje, habló con ella y le pidió que no hiciera eso, la dejaba quedarse gratis y le ayudaba con la comida. La española y su amiga se habían reunido para hablar con ella, querían enseñarle a hacer malabares, a hacer artesanías, que tuviera otras herramientas para sobrevivir.

Ella estaba ilusionada con la idea de irse a viajar con las españolas, decía que tenían un cronograma súper ajustado y que iban a viajar por Europa y luego por Suramérica y otros países más, pero las españolas decían que era una locura que nunca habían hablado con ella del tema y que tampoco estaban dispuestas a encartarse con una niña de esa edad, que no debía tener ni siquiera pasaporte y que podía ser un problema por sus antecedentes.

 

El paraíso encontrado y el paraíso perdido

  • Nota: Cuando vivía en Bogotá a veces me quejaba del frío, de la lluvia, del trancón, del ruido y ahora que me gradué sentí las alas para volar. Ahora que estoy viajando soy libre de decidir que es lo que quiero, calor, frío, agua, viento, playa, sierra, valle, o selva. Puedo decidir cuanto tiempo quedarme, y cuando partir, las ansias del viaje son largas, y la ansiedad nunca disminuye, cada vez que me voy me dan maripositas en el estomago, cada vez me imagino más paraísos.
  • Consejo: Cuando encuentres un lugar increíble es mejor que te quedes un tiempo para disfrutarlo, pues es difícil encontrar un lugar que vibre con uno y es posible que ese lugar cambie, que cuando vuelvas sea diferente.

Era un lugar cálido en ambiente y compañía, pero frío por el viento helado que bajaba de las montañas y las noches estrelladas y despejadas que impedían a las nubes cobijarnos.

Enormes praderas se divisaban a lo lejos, rodeadas de pequeñas colinas circundantes; por detrás, el enorme volcán nevado del Imbabura, el cielo despejado corriendo rápidamente a lo largo del día y acompañándonos en un entrenamiento de malabares a cielo abierto.

En las noches salíamos todos a las cascadas para hacer las fogatas, los otros viajeros cantaban, tomaban, hacían asados.

 

Tras haber comenzado el viaje andábamos aún con el afán de la ciudad, con las ganas de recorrer todo el mapa en un par de segundos, de movernos, de sentirnos en el viaje; con ansias de estar en la playa, de dejar el frío atrás, con ganas de llegar pronto a un clima cálido y acogedor.

Desde que salimos de Bogotá soñábamos con las fogatas en la playa, con el sol y el calor del mar, pensando que pasaríamos todo Ecuador y Perú por el litoral en pleno verano, decidimos no llevar equipaje de más y tan solo empacamos un delgado abrigo playero y un pantalón casi transparente para cubrirnos de los zancudos, sin embargo no pensábamos que el tiempo de tránsito sería tan extenso y que por más afán que tuviéramos había ciertas paradas obligatorias.

 

Viajeras con hijos

  • Consejo: A veces muchas personas tienen miedo de viajar con hijos, pero déjenme decirles que hay muchísimas familias viajando. Recomiendo tener un colchoncito de ahorros para cuando no se puede hacer plata que siempre puede ocurrir. Pero considero el viaje muy fructífero para la educación de un niño pues viajando se abre la mente, se tiene mas contacto con la tierra, con la naturaleza, con el aire libre y  menos apegos materiales.

En Quito, estuvimos en La casa de la colombiana, que está ubicada en uno de los mejores barrios de Quito, tiene cocina, patio, habitaciones privadas y compartidas, pagábamos siete dólares por cada uno, la gente que encontramos allí era muy amable.

Había una colombiana muy bonita, Tatiana, con un bebé de un año y su compañero peruano, ella hacía artesanías mientras él iba al semáforo, decía que el faro ((Hacer faro) abreviación de semáforo espectáculo realizado en el semáforo.)  la desgastaba mucho, que terminaba muy cansada y por eso prefería las artesanías, aunque a veces salía en las noches, cuando ya había llego su marido, a jugar swing con fuego.

 

Me enseñó a hacer flores y yo le enseñé a hacer una mandala (figura geometrica con patrones repetidos usada en el hinduismo y en el budismo, es un dibujo complejo, generalmente circular, que representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la meditación, lo hicimos en macramé  que es un tejido hecho a mano con nudos, yo lo aprendí en internet.

Ella me contó que la policía le había robado uno de sus paños, que llegaron vestidos de civil y que solo alcanzó a lanzarse encima de un paño protegiendo a su bebé de un año, mientras le quitaban las otras artesanías. Después, fue a reclamar lo que le habían quitado, pero no logró que se lo devolvieran.

En el hotel le habían dejado lavar alguna ropa en la lavadora y el resto lo lavaba a mano, mientras tenía a su bebé amarrado de un trapo en la espalda, él bebé gemía suavemente para demostrar su cansancio, pero soportaba tranquilamente las horas que tuviera que aguantar sobre su espalda.

Si quieres buscar hotel barato en Quito busca aquí

En las noches cuando hacían música, el bebé no podía dormir y solo estaba tranquilo cuando lo sacaban a la fiesta, tocaba tambor y reía, hasta que terminaran de tocar.

Tatiana me animaba a grabar. Me contaba que había salido desde muy pequeña, alrededor de los diecisiete años a viajar, que su vida había cambiado mucho desde que estaba viajando porque antes era aburrida y decía que no la cambiaba por nada.

También había una argentina con una niña de cinco años. Su compañero, Alfredo, era un venezolano, que se iba de fiesta cada vez que podía, sus ronquidos resonaban por toda la casa, se hicieron famosos en toda la residencia y a pesar del enamoramiento de la argentina, días más tarde tuvo que cambiarse de habitación porque no las dejaba dormir.

 

Algunas compras en Quito

Consejos: Si lo que queremos es vender, hay que hacer una inversión.

Conocimos Quito, fuimos al centro y compramos algunos hilos para las artesanías. Antes de salir de Bogotá, Anita, una amiga mía, que estuvo viajando hace unos años, nos regaló muchos hilos y materiales para comenzar a trabajar, pero necesitábamos un mayor surtido de colores.

Luego fuimos al sur a un gran centro comercial, para buscar un sonido, después al norte y finalmente encontramos un micrófono Shure, pero al probar el sonido producía un hiss, siseo o silbido, que no pudimos resolver.

Salimos para el semáforo y nos hicimos solo veinte dólares. Así que dormimos y salimos la siguiente noche para Atacames.

Casas del centro de Quito

Hermosa arquitectura en cada esquina

Centro de Quito

Caminando por las lomas del centro de Quito

Vista del centro de Quito

Vista de barrios aledaños al centro de Quito

Monumento de la Libertad, Plaza Grande de Quito

Monumento de la Libertad, Plaza Grande de Quito

Atacames

  • Consejo: Cuando es difícil trabajar y no se hace plata, hay que seguir intentándolo, en nuestros viajes nunca tuvimos que dormir en la calle, siempre pudimos pagar lo que nos propusiéramos, de una u otra forma siempre encontramos la forma de vivir viajando.

Atacames, es un pueblo de turismo popular y muchos bares con música a todo volumen.

Todos los hoteles costaban diez dólares por persona, el taxi tres dólares, total nos quedábamos sin un dólar. Así que luego de mucho caminar, cuando ya nos íbamos a ir de esa ciudad, con las maletas al hombro y caminando al pie de la carretera para echar dedo estirando el brazo hacia la carretera y levantando el pulgar para pedir a los carros que nos llevaran gratis, justo en ese momento encontramos un hotel de diez dólares por los dos y decidimos quedarnos.

Busca hotel en Atacames.

En la mañana, encontramos a la argentina con su hija y al venezolano que habíamos conocido en el hotel de Quito la semana pasada. La policía también le había robado todo su parche (artesanías  para la venta) en Quito, cuando intentaban vender en la feria artesanal, que era el point ( lugar estratégico para vender) pues salía en las guías turísticas y por lo tanto iba mucha gente dispuesta a comprar.

Finalmente sin nada de dinero y nada que hacer, vendieron algunas pertenencias y salieron para Atacames donde tenían amigos que los recibían. Allí habían logrado conseguir un puesto en un bar para exhibir sus artesanías, ella producía rápidamente collares y pulseras de poco trabajo para llenar el paño y él tenía objetos de reventa que vendía ofreciéndolos enérgicamente y con gran éxito.

Nos ofrecieron un lugar barato para dormir en la casa de unos ladrones del pueblo, no era una opción para nosotros pues teníamos los equipos de grabación y tampoco teníamos dinero para algo más.

Debíamos la noche de hotel y estábamos entre la espada y la pared. Jhon salió a tocar en un restaurante con Alfredo, el venezolano y logró hacer tres dólares para desayunar, después nos fuimos a parchar (organizar y exhibir las artesanías para la venta sobre un paño en el piso o en una mesa)  al final del malecón, en el piso y durante todo el día no vendimos ni un centavo.

Sin un peso en el bolsillo y sin nada en la barriga, nos fuimos a dormir al hotel. Al día siguiente, sin nada que comer, ni ganas de nada, cogimos el llamador, la maraca y tocamos, esta vez nos hicimos quince dólares en cuatro restaurantes, pensamos tocar más, pero la ilusión de podernos ir de ese lugar nos impulsó hasta el hotel, pagamos e inmediatamente salimos del pueblo.

Después de la tormenta viene la calma

Recomendado: Mompiche, Ecuador

  • Consejo: La vida de viaje no siempre es color de rosa, hay veces se tiene todo, hay veces no hay nada. Es una carrera de altibajos, tal vez diría yo, que es una característica de la vida misma. Aunque en el viaje es más contrastado, pues rápidamente salimos de las situaciones incomodas de manera radical: Nos vamos. Pero cuando los astros están de nuestro lado, todo fluye sin ninguna resistencia.

Salimos entonces para Muisne, al llegar al puerto antes de cruzar en lancha decidimos pasar hasta Mompiche, luego cogimos un bus hasta el Alto y esperamos como tres horas, ahí nos encontramos una loca (viajera) argentina, que iba para Mompiche y nos dijo que estaba feliz y no quería irse de ahí, que nos iba a llevar a la mejor playa del país.

Momchipe

Al llegar encontramos un hotel hermoso a borde del mar, con un bar rodeado de arena y un área de camping adentro, nos quedamos por dos dólares cada uno, estábamos felices.

Busca aquí para encontrar hotel en Mompiche

Salimos a comer algo con el tambor al hombro y en el momento llegó un hombre a pedirnos que cantáramos unas canciones para su madre que estaba de cumpleaños, cobramos quince dólares entre Jhon, el veneco y yo, nos brindó whisky y con eso, nos motivó para salir directo a comprar cerveza y chancaca, la bebida alcohólica de la región.

El día siguiente, con la resaca en la cabeza, no hicimos nada; nos conectamos a internet en el hotel, armamos el parche (paño de artesanías) y nos echamos a la locha.

Al despertar ya preocupados salimos a parchar y nos hicimos quince dólares en una hora, quedamos felices y dormimos tranquilos.

 

Hay otros viajeros en el pueblo, muchos acampan en la playa. Otros se hospedan en otros camping.

 

Los chicos del hotel están contentos, les encanta la idea de hacer el documental, son pocos pero están emocionados y motivados.