Lo bueno y lo no tan bueno
El viaje mochilero por el norte de Argentina, nos llevó a Humahucaca, un pueblo hermoso, lleno de turistas, y muy tranquilo, donde tuvimos algunos inconvenientes con los hospedajes, luego viajamos a Tilcara donde comimos la mejor carne Argentina que por cierto no era de res, y finalmente a Purmamarca donde celebramos mi cumpleaños y conocimos el cerro de los siete colores y una situación dificil pero con alternativas divertidas para los mochileros.
- Llegamos al norte de argentina con unas expectativas enormes, pues encontramos muchísimos argentinos en el camino que nos dejaron asombrados, nos regalaron cosas, piedras, detalles hermosos, comida, bebida, todo, además de una amistad enorme. Al llegar nos encontramos con un país difícil para viajar como mochilero, los habitantes estaban un poco cansados de tantos viajeros. Y los viajeros, a veces, un poco cansados de la competencia. Así que no todo fue color de rosa, pero también encontramos muchas cosas deliciosas que en nuestro país no existen como carnes, jamones, quesos y vinos, así como otras personas que nos brindaron todo, paisajes, cielos y una cultura muy diferente. Un lugar difícil para los mochileros, pero no imposible, pues los mochileros unidos siempre encuentran la forma de hacer el viaje emocionante.
Humahuaca
Al llegar a Humahuaca nos abordó una escultora de unos 40 años, para ofrecernos un espacio para acampar por un precio muy económico. Era una casa muy bonita propia de una artista, llegamos a un pequeño patio al aire libre detrás de la casa. La primera noche no pudimos dormir pues llovió muy fuerte, el piso estaba encharcado y el agua traspasó el piso de la carpa, que era impermeable hasta este momento. A la siguiente noche, dormimos dentro de la casa, en el piso de la sala.
Al levantarnos en la mañana, la señora, muy emocionada por nuestra música, decidió hacer una fiesta en su casa, dijo que invitaría unos amigos músicos, nos entregó unos volantes y compró cerveza. Nosotros trabajamos ese día como todos los días repartimos uno que otro volante a la gente que nos cruzábamos con el fin de ayudarle a la señora. Nos preparamos para buscar otro lugar para dormir pues con la fiesta sería difícil quedarnos allí en la sala, donde iba a ser la fiesta.
A las diez de la noche llegamos con los instrumentos a la casa de la escultora con la actitud de tocar y de encender la fiesta; había alrededor de diez personas, tocaban música con guitarra a la luz de la vela, había un ambiente tranquilo pero familiar. Había poca gente pero estaba temprano y estaba lindo el ambiente.
Ella cerró la puerta detrás de nosotros.
Andaba muy preocupada por la falta de dinero, nos reclamó en frente de todos los que habían llegado a la fiesta por no haber repartido los volantes, decía que debíamos pagarle la plata que había invertido en las cervezas y otro día más de hospedaje por los tres. Nos decía que tenía un arma en su mano (un celular) y se paraba enfrente de la puerta impidiéndonos salir.
Sin pedir nada a cambio estábamos ayudándola, repartimos volantes sin que nos pagara nada, ni por la fiesta, ni por repartirlos, y fuera de eso nos quedábamos sin donde dormir, pero igual los repartimos y salimos siendo culpables sin entender porqué.
Salimos asustados y confundidos. A la salida encontramos otras quince personas que estaban llegando a la fiesta, y seguía llegando gente, les contamos lo sucedido, se dieron la vuelta y continuaron el camino hacia el pueblo.
Entonces nos encontramos con una viajera violinista y con su novio, tocaban hermoso, ella había estudiado en conservatorio, viajaban por Argentina desde hace ocho meses, al vernos, nos invitaron a tocar con ellos, en un bar muy elegante con poca gente. No me sentía preparada para tocar, pero ante la presión y la buena interpretación de la gaita de Jhon, lo hice muy bien.
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Segundo intento: en búsqueda de hospedaje
Buscando donde quedarnos, nos encontramos con Amazónica, (la peruana que quería viajar con nosotros el 31 de diciembre para Copacabana, la habíamos conocido en Máncora y nos cruzamos de nuevo en Arequipa) Ella nos recomendó un hotel de unos amigos de ella, nos advirtió que no dijéramos que era ella la que nos había enviado. Al llegar nos recibieron con los brazos abiertos, estaban tocando música, reunidos en la sala; un ambiente muy amable se sentía en el lugar, en la casa hacían instrumentos y estaban muy interesados en conocer la gaita y fabricarla también.
En la tarde volvimos al lugar para llevar el equipaje, habíamos quedado en tocar juntos y fabricar las gaitas; pero el ambiente estaba tenso, había algunos viajeros reunidos en la sala, en una conversación misteriosa, la gran mayoría de los que se hospedaban allí habían dejado el lugar, no querían que nos quedáramos, una vez más salimos confundidos del lugar.
Difícil pero lo logramos…
Casi enfrente de este hospedaje había una casa que por fuera estaba en obra negra y por dentro recién construida. Cuando llegamos los dueños del hotel nos miraron de arriba a abajo, estaban muy preocupados por saber si nosotros trabajábamos en la calle, no querían recibir locos, pero conversamos un rato y nos dejaron entrar. Allí encontramos dos viajeros, una joven rubia y delgada que vestía siempre a la moda y su novio, un joven de pelo largo, bien vestido y limpio, ellos habían acordado un precio mucho menor del que nosotros pagábamos, pero como no pensábamos quedarnos mucho tiempo no pedimos rebaja, ella viajaba con un cajón peruano y estaba siempre ansiosa por tocar, compramos películas e hicimos pochoclos (palomitas de maíz.) y comida.
El atractivo turístico de Humahuaca es una estatua de un santo que salía de la iglesia a las 12 y señalaba al cielo recordando la presencia divina.
Tilcara
La Mejor Carne de Argentina
Fuimos a Tilcara con mi amiga Poliana, con quien venimos viajando desde La Paz, ella aprendió a tocar la maraca en un par de horas y tomó fuerza y coraje para salir en público a presentarse con nosotros, la música encantaba a la gente, no encontramos ningún viajero, pero como nos hicimos trecientos pesos en tres restaurantes, nos dedicamos a tomar buenos vinos y a comer costilla de llama que resultó ser la mejor carne que probamos en Argentina y de hecho la mejor carne que hemos probado. y que solo se come en esta zona.
Como estábamos en fiestas había un quilombo bárbaro (muy bueno), nosotros no somos muy fiesteros pero nos encanta ver. En la noche la policía debía controlar a los turistas argentinos en su gran mayoría, que tomaban Fernet, el licor argentino ingresado por los italianos al país como digestivo pero usado actualmente por los jóvenes como bebida alcohólica para emborracharse, desde el mediodía, se reunían con los músicos improvisando y se balanceaban de lado a lado de la calle de la borrachera, la fiesta estaba en su máximo furor.
Nos quedamos en una casa al pie del terminalCon cocina, habitaciones privadas y muy cómodas, le dicen La Isla, una casa hermosa y antigua con un estilo colonial que habla por sí sola, con sus chimeneas y unos cuantos árboles de peras en los pequeños jardines que dan con la calle polvorienta, es una isla amurallada y rellena de verde en medio del desierto, rodeada por las calles, el paso de los buses y del turismo que se mueve en estas bellas tierras del norte argentino.
Allí conocimos una argentina de piel muy blanca y ojos azul casi blancos, tenía un tatuaje hiperrealista en el brazo con el rostro de Dalí, muy impactante por su profundidad, el artista, un tatuador peruano como muchos de alta calidad en el mundo.
Purmamarca
En Purmamarca está el Cerro de los 7 colores, una montaña tajada horizontalmente en capas de distintos tonos, en las calles venden botellas de distintos tamaños con tierras de los 7 colores para llevar a casa de recuerdo. Realmente no son siete ¡son muchísimos mas colores! ¿cuantos colores puedes ver tu?
Viajamos a Purmamarca; donde la situación estaba difícil para los mochileros, aunque eso no impedía que se la gozaran con toda.
No había semáforo, los restaurantes no se llenaban al medio día y en la noche tenían músicos contratados. Los viajeros tocaban en la calle, vendían comida, dormían a las orillas del río, hacían ruedos en la plaza con el poco público que lograban reunir y repartían lo recibido entre los veinte que eran, tal vez les alcanzaba para tomar algo y hacer una comida en el río. Nosotros preferimos pagar una habitación con los ahorros que teníamos pues teníamos mucho equipaje y algunos objetos delicados y de valor, pero nos hubiera gustado poder acampar ya que las noches los cielos son hermosos y la fogata al lado del río es un plan delicioso.
En la mañana, salían a vender artesanías, nosotros lo intentamos pero no pudimos hacer ni un peso. Al medio día, la plaza estaba llena de mochilas porque no podían dejarlas tiradas en el río, así que todos debían andar con lo suyo.
Una de las viajeras me contó que le habían robado todas sus artesanías, pues había dejado su carpa al borde del camping y desde afuera habían roto la cerca, la carpa y le habían sacado el equipaje con todas sus artesanías. También me contó un artesano que lo habían robado y estaba mangueando (ofreciendo con un tablero de artesanías) mientras producía artesanías para poder parchar (extender el paño con todas las artesanías).
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