Así comencé con los malabares – El big bang

Conocí los malabares desde el primer viaje mochilero fuera del país.

Viajé con un amigo a Perú, en un viaje de bajo presupuesto y un día conocí un chico que cambió el rumbo de mi vida

Andábamos en taxi, comíamos en restaurantes caros, él me invitaba a todo, y también invitaba a los artesanos, un día decidimos salir en un camión haciendo autoestop rumbo al sur,  pero el amigo con el que salí desde Bogotá, no quiso salir con nosotros y tampoco llegó al destino final.

viaje en camion

Terminé con una nariz de payaso

Entonces, decidimos seguir por el Amazonas, navegando por una semana por el río Amazonas, él iba a Brasil y yo volvería a Colombia por Leticia.

En nuestra primera parada, Chiclayo, el me dice

Voy al semáforo a hacer malabares.

Como yo no me quiero quedar en el hotel y tampoco quiero ir a verlo trabajar, pues le digo que lo acompaño.

-¿Pero tú qué sabes hacer? – me pregunta

Nada – Le respondo

Entonces vamos al mercado a comprar una nariz de payaso.

 

payasita para el semaforo

Ese día comencé a saltar en el semáforo dandole vueltas mientras el lanzaba pelotas, luego pasaba por cada uno de los autos, haciendo reír a la gente, el dinero era lo que menos me importaba, pero la meta era sacarle una sonrisa a cada uno de los que me atravesaba.

La gente me estiraba la mano con monedas o billetes, yo se los recibía, pero les pedía dinero, pues lo cierto es que así no funcionaba. Al final del día siempre teníamos mucho dinero, y podíamos comer lo que quisiéramos, y comprar cosas.

Entonces me di cuenta que podría vivir viajando y que además podría viajar bien. Y así lo decidí. Mira todas las maneras de vivir viajando.

Los horarios para los malabares

Casi nunca se trabajan haciendo malabares más de 2 horas, a no ser que este muy difícil o se necesite ahorrar para algo en especial, pero normalmente suele ser diferente tanto física como económicamente. Lo que quiere decir que uno tiene mucho tiempo libre para hacer otras cosas por eso es un buen trabajo.

Las prohibiciones

Policia de Santa Elena multando por llevar viajeros

Al llegar a Leticia nos prohibieron trabajar en el semáforo, pues los policías decían que podíamos causar un accidente al distraer a los conductores.

Yo había visto una vieja señora a la que no había dejado trabajar vendiendo en Perú, le habían tirado sus frutas al piso y había quedado llorando en el piso, y eso me partió el corazón. 

Así que ese día, no quise buscar dinero en el cajero y preferí aguantar hambre hasta que pudiera solucionarlo. 

Alguien me regalo unas uvas en la calle sin que yo se las pidiera, las acepte, muchos me ofrecieron dinero pero no quise aceptarlos.

Finalmente me fui a la alcaldía y les dije que no teníamos dinero y que no nos dejaban trabajar, lo primero que hicieron fue ofrecerme 10 dólares, pero no los acepte. Le dije que con eso podría pagar el hotel y el almuerzo, una solución a corto plazo, pero y después, ¿que podría hacer?, entonces me dio un permiso sin firma ni sello para trabajar haciendo malabares en el semáforo, pero solo a mi, a mi compañero no se lo dieron porque al ser peruano no podía trabajar en Colombia.

Mi trabajo de grado y de vida

Finalmente pude tomar mi vuelo a Bogotá y continue con mis estudios de comunicación social, pero de trabajo de grado planee salir a investigar esa vida, sin gastar nada de mis ahorros, solo con lo que lograra ganar con lo poco o nada que sabía.

Así fue que cuatro meses antes de mí tan planeado viaje, conocí un chico que me enseñó a hacer swing y que me enseñó a viajar, poi o swing es un juego que consiste en girar unas pelotas o banderas alrededor de mi cuerpo.

Al salir hacia el sur solo podía hacerlas girar en una dirección, pero con mi nariz de payaso parecía tener más gracia.

Malabares por el Mundo

Malabares por Colombia

payasito hace malabares

Payasito colombiano

Con este chico viajamos a Pitalito, y subimos a la costa norte, hicimos malabares en Santa Marta donde debíamos tener dos horarios pues el sol era muy fuerte, uno en la mañana y otro en la tarde.

En Riohacha un día en el semáforo, una chica gritó pues la habían encerrado en un carro y me pedía ayuda, pero yo no supe qué hacer el miedo de meterme en problemas me paralizó.

Trabajamos con malabares en Popayán y en Pasto nos sacaban desayuno al semáforo una pareja que se asomaba todas las mañanas a vernos.

Ahorramos para comprar materiales para enviar dinero al hijo de él y para ahorrar los pasajes para salir, para comer y dormir.

Malabares por Ecuador

cuerda floja en semáforo

Luego en Otabalo, hacíamos solo para vivir simplemente. Pero era suficiente para disfrutar del hermoso espacio que teníamos al lado de las cascadas en un hotel lleno de malabaristas.

En Quito malabareabamos hasta 5 horas en el semáforo para ahorrar todo lo que pudiéramos.

 

Luego al llegar a Montañita arrestaron un chico en el semáforo de libertad, nosotros teníamos visa de trabajo en Ecuador, pero a él se lo llevaron y nos pedían que pagáramos para poderlo sacar. Además en la cárcel tenia que dormir con un clavo debajo de la almohada porque lo querían robar. 

Además el policía era un gordo que nos pedía que le lleváramos las tres comidas y hasta el papel higiénico, pero él no podía ni pasar derecho por la puerta sino que tenia que voltearse y su barrigota se aplastaba contra los bordes de la puerta.

Finalmente le llevamos su pasaporte y a los cinco días lo dejaron salir.

 

Así es como paso a paso conocí los mejores semáforos de Suramérica, los mejores horarios, las ciudades con dinero, las más generosas, los gestos de la gente, hice reír a medio Suramérica. 

Malabares por Perú

payasitas listas para los malabares

Payasitas colombiana

En Perú trabajamos en Arequipa, salíamos a las 7 am, y en la tarde a hacer malabares, aunque la policía en algún momento nos paró y pudimos dialogar con ellos y finalmente no nos molestaron más hasta que lloramos ahorrar para continuar el viaje.

Ahí compartíamos semáforo con otros viajeros que hacían lo mismo, un semáforo ellos el siguiente nosotros.

Ibamos aprendiendo practicando a cada paso, copiando movimientos de otros viajeros que veíamos en la calle, entrenando en los vidrios de la calle.

Mi compañero jugaba clavas, machetes, y montaba cuerda floja, cuando lograba poner la cuerda en el semáforo era mucho mejor, la gente pagaba más dinero.

También hacíamos shows en los bares o restaurantes para pasar la gorra como lo hicimos en Montañitas Ecuador, en El Oasis de la Huacachina. O cómo nos contrataron en Perú antes de que nos desocuparan la habitación del hotel.

En la paz Bolivia solo podíamos salir a las horas que el policía no estaba y así lo hacíamos vivíamos con poco dinero pero sin necesitar más.

Malabares por Argentina

Al llegar a Argentina, la dinámica cambio, ahí ya no se compartían los semáforos, sino que cada semáforo tenia su dueño, y podían pelear para quitarte un semáforo.

Nosotros nos íbamos cada vez que nos sacaban, hasta que ya en Buenos Aires me aburrí y no quise volver al semáforo, pues los colombianos tenían que ir en manada a compartir el semáforo para que no se los quitaran.

Ahí trabajamos en cada ciudad por la que pasamos  por todo el norte de Argentina y luego en Puerto Iguazú.

En Argentina nos cambiaban las monedas que ganábamos en el semáforo por billetes y al mismo tiempo nos doblaban el precio en verduras helado o dinero.

Malabares por Paraguay

Finalmente cruzamos a Paraguay y ahí ya no nos peleaban el semáforo, sino que nos pedían que lo compartiéramos nos sobornaban con frutas ballenatos y tereré para que fuéramos al mismo semáforo donde ya había cinco trabajando limpiando vidrios, y terminábamos cediendo aunque no hacíamos dinero.

Malabares en Europa y Asia

Durante mis viajes he encontrado gente en todas partes del mundo haciendo malabares. España, Francia, Turquía, Israel, Tailandia, y muchos lugares más así que no te desanimes con los malabares le puedes dar la vuelta al mundo.

Viajando en auto con malabares

Así estuvimos durante 3 años, trabajando haciendo malabares en los semáforos, y hasta viajamos en auto durante un año, parqueábamos el auto al pie del semáforo y pagábamos la gasolina con monedas, en los talleres nos dejaban más baratos los arreglos,  en el supermercado se paraba la fila para contar monedas, cambiábamos las monedas en las farmacias, y cada vez que teníamos que pagar el hotel llenábamos morritos de monedas contando de mil en mil.

Ahora solo hago artesanías

Cuando terminé con mi novio, dejé de hacer semáforo, ya no quería hacerlo sola por miedo a que me montaran a un carro, por pereza también, porque había otros malabaristas mejores que yo, porque tenía mal de amores, porque perdí mis juguetes de luces kosmos, porque las artesanías me dieron suficiente, hasta más y siempre me gustaron.