La cuarentena termina: Este es el último capitulo del diario.

Pasaron muchas cosas más, pero algunas cuando yo ya estaba en el pueblo, pues poco a poco comencé a bajar.

Acá les cuento lo que fueron los últimos meses, cuando la cuarentena termina, en el arcoiris. Estuve quieta en un solo lugar pero rodeada de 60 viajeros de todas partes del mundo: acampando, haciendo fuego y gozando.

Así que nunca paré de viajar.

Está no es una guía de viaje, sino más bien un diario privado que decidí publicar, para jamás olvidar esta cuarentena.

Para ver los diarios anteriores leelos aquí:

  1. Antes de la cuarentena
  2. Comienza la cuarentena
  3. Atrapados sin salida
  4. La cuarentena termina (actual)

La cocina se disuelve

cocina arcoiris

Hoy he vuelto del pueblo al Arcoíris.

Ya la cocina comunal se mueve poco, creo que no les dan muchas ganas de cocinar para 60.

Mantener el fogón prendido con leña mojada es difícil, a veces uno se tarda todo el día cocinando, y termina agotado. Además se necesita leña y agua para cocinar; uno grita “agua conection” y el que quiera va por agua y lo mismo con la leña, pero si no hay nadie dispuesto a traerla pues le toca a uno solo o no hace nada.

Un día comencé a las 9 de la mañana y terminé al atardecer. Recuerdo muy bien ese día, pues fue el atardecer más hermoso que vi en el arcoíris. Estábamos comiendo afuera, sentados alrededor del fuego, cuando todo el cielo se llenó de nubes rojas en forma de bolitas, como si lo hubieran incendiado, todos gritaron como locos, como animales, como lobos, como gallos, y se armó una gran algarabía.

El caldo de papa quedó delicioso, aunque fue la única comida del día, porque para hervir esas grandes ollas de agua se necesita mucha leña.

Mejoras en mi campamento

 

Mi campamento ha mejorado mucho, la carpa ya no mira al templo, sino que mira hacia el bosque, tuve que agrandar la plataforma trabajando todo el día, echando pala, sentía que me iba a desmayar del cansancio, pero valió la pena.

Decidí que me quedaría al menos 15 días más, porque dicen que la cuarentena termina. Así que compré un plástico de 4×4 metros y ahí hicimos una cocina de leña con un boyaco y un rolo.

Hice cojines y colchones llenando costales con paja, así que alrededor de la cocina hay una salita para sentarse y han venido muchos a comer o a disfrutar de café y chocolate.

Como ya no hay comida comunal pues cocinamos mucho en el fogón de leña de cada campamento. Algunos están tristes porque se acaban las reuniones diarias en el templo, pero está rico, porque la mayoría están contentos. Muchos tienen cocinas de gas.

La cocina de leña es más demorada, y se chupa mucho humo, pero queda más rico.

Ahora me acaban de traer un envuelto vegetariano, qué vino a vender un vecino. 

Ojalá traigan de carne la próxima vez, aunque aquí está prohibida la carne, a veces los vecinos traen.

Desde la fiesta de rock and roll estoy compartiendo la carpa con el boyaco, y quiero que llegue rápido, para cocinar más, porque tengo hambre, si no llega rápido me voy.

 


La orgía

Felicidad

Hace unos días, nos invitaron a preparar arepas y pipocas (crispetas) a la casa del río, cuando estábamos allá abajo, una hermana argentina anunció:

– ¿saben para qué están aquí? Vinieron para hacer una orgía. Somos 18.

Todos se miran y se ríen. Qué idea absurda pensé, no creo que nadie le copie.

Pues al poco rato había una pareja dándose besos, luego otra. Y poco a poco se fueron uniendo todos. Entonces una hermana de Canadá dice

-¿hay condones? ¿quién tiene condones?

Pues entre los que tenían condones se van a buscarlos a la otra tierra. Y cuando llegaron, ya todos estaban teniendo sexo, y cada vez que nombraban los condones se reían. Yo no quise tener sexo, pensar en tener sexo con 18 sin condón me da pánico.

Sin embargo, estuve ahí mirando, y le di besos en la boca a algunos.

Luego hubo un escándalo, porque una de las hermanas había dicho en un círculo de mujeres al principio del encuentro que ella había tenido VIH y que se había curado con trabajos energéticos o cosas raras. Ella dijo después que se había hecho exámenes y que todo había salido bien.

También dijo durante la orgía que ella no creía en las enfermedades sexuales, y que no creía que se pasaran así.  La mayoría de los que estaban tuvieron sexo, algunos solo miraron, otros solo estaban ahí.

La cuarentena termina

somos 60 en cuarentena

Abajo la gente está más tranquila, podemos ir a la vereda cualquier día a comer, a tomar cerveza, a conectarnos a internet y a comprar algunas cosas.

En el pueblo la gente sale y nadie hace caso del pico y cédula, los policías son flexibles al menos con la gente que conozco, si uno dice que va a trabajar o que va a la farmacia o a comprar algo, lo dejan andar, aunque dicen que han puesto multas a gente que no conocemos.

Dicen que están abriendo otros sectores de la economía, pero qué más da, acá estamos igual.

Un hermano alemán dio a la familia 1500 euros, así que compramos comida, materiales de construcción y otros.  Él tenía 3500 euros más pero se los robaron. No entiendo cómo alguien muerde la mano del que le da de comer, menos mal está el vecino que da trabajo justo al lado. Aunque algunos lo culpan porque la gente compra alcohol con ese dinero, al final los hermanos necesitan dinero para comer y deben trabajar.

También llueve y tengo hambre, así que me voy.

 


El tiempo no pasa, cuarentena sin fin

noche estrellada

Hace días siento que el tiempo ya no pasa, creo que eso sucede cuando uno ya lleva mucho tiempo en un lugar.

Al principio, aquí era mágico cada día, siempre había algo especial, ahora creo que una vez a la semana pasa algo.

Me gusta vivir cerca al templo donde se reúnen todos. Me gusta escuchar la voz  de un hermano huilense que habla durísimo en las mañanas y también canta bien, sobre todo me encanta cuando canta salsa, hay muchos hermanos que hablan, se ríen y cantan alrededor del fuego o en la cocina.

Trato de arreglar un poco mi campamento, a veces me aburren las peleas de todos en la mañana.

No me quiero ir, aunque me aburre la lluvia y la humedad.

Me harían mucha falta mis amigos si me voy.

He encontrado un lugar donde todos somos de lugares diferentes, todos somos viajeros, pero llevamos acá tres meses, son amistades más grandes y duraderas a lo que estoy acostumbrada.

Con diferencias y afinidades. Donde puedes ser quién eres.

¿Cuánto durará?, parece que la cuarentena termina, la gente vuelve el trabajo, aunque el transporte todavía está parado.

¿Será que algo nuevo pasará acá o la rutina seguirá?

Quería cambiarme de lugar, pero ocuparon el que quería. Cambiar sería como viajar, cambiar de ambiente, “de barrio” como le decimos nosotros aunque solo sea un potrero lleno de carpas.

Al chico que robó los 3500 euros ya lo tienen en video cambiando el dinero del alemán en una casa de cambio.

Y también lo pilló la guardia indígena con un montón de dinero colombiano en efectivo, aunque lo dejaron ir, porque no sabían que era plata robada. Pero dicen que lo buscarán. En el video también aparece una chica de Bogotá, una niña joven, hermosa, tranquila, que no parece matar una mosca.

Hace unos días tome chamber, una mezcla de alcohol etílico con hierbas, jengibre, limón y otras cosas, tomé con precaución porque me daba miedo, siempre escuché que podía quedar ciega con eso, nunca lo había probado pero no me hizo nada. Aunque un chico medio colombo alemán, quedó vomitando al otro día.

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Ceremonia de ayahuasca

ceremonia de ayahuasca

Hicimos una ceremonia de ayahuasca, otra vez me fundí con la tierra. Todo era lodo, gusanos. Una hermanita española me puso un velo encima y me convertí en un hada o libélula, tuve muchas visiones que no recuerdo. No tuve el trabajo internó fuerte, como muchos otros dicen tener, ni me asusté, fueron solo sensaciones y visiones, todo fue calma, y mucha tranquilidad.

25 hippies en una casa

La cuarentena termina: bajando al pueblo

Al otro día, salimos al Inti Raimi, el nuevo año indígena. Nos dieron mucha chicha y bailamos mucho. Después nos fuimos donde un argentino que vive en el pueblo y dormimos hasta 25 personas en dos habitaciones, todos tapizando el suelo, sin colchones ni colchonetas, directo en el suelo, haciendo comida para todos, haciendo música y disfrutando de unos días de paredes, techo, luz eléctrica, películas, música de aparatos electrónicos. Todo eso que no habíamos tenido durante meses en el Arcoíris.

Nos tuvo que echar dos veces de su casa, la primera, se fue la mitad de la gente.

Y cada día le hacíamos el chiste.

-¿Cómo sabes cuando un hippie pasó por tu casa?

-Porque todavía está ahí.

Pues así logramos asustarlo, y finalmente logró sacarnos.

– Muchachos, quiero estar solo, quiero tranquilidad… – decía una y otra vez.

Pero ahí volvíamos. Cuatro noches me quedé yo.

Incluso un día salimos con la maleta a buscar dónde dormir, pero yendo a la casa de otro amigo, pasamos por ahí y ahí nos quedamos. Él los invito, claro.

Al día siguiente, todos subimos al Arcoíris de nuevo.

Ese último día en el pueblo fue muy bonito, cantamos, tocamos música, reímos, comimos, hicimos mucha comida, tomamos chicha e hicimos una ceremonia de tequila con velitas, hojitas de coca para el coctel, y todo muy organizadito, hasta metiéndole intención al tequila.

Fueron días de descanso de la lluvia y el frío que hace arriba. 

Sólo llevaba una muda de ropa porque pensaba subir al otro día, así que compre una blusa y unos calzones.

Cambios en el arcoíris: la cuarentena termina

Huerta en cuarentena

Volver al Rainbow fue enfrentar con una tormenta. Apenas llegamos comenzó a soplar el viento como nunca, los techos se levantaron, los árboles se movían, muchos techos de plástico se rompieron.

El mío resistió, le puse guaduas cortadas en láminas y dobladas en forma de arco para sostener el plástico del techo para que el agua y el viento rodaran por encima sin oponer resistencia, quedó bien ergonómico,

También hice mi cama con cuatro tablas y una guadua, cada tabla tuve que cargarla por dos kilómetros costa arriba por los pantaneros, resbalándome y agotándome. Compré cocina de gas, el boyaco me ayudó a subirlo, así que ahora puedo calentar agua y bañarme con agua caliente.

Ayer me pinte el pelo de rosa.

No siento la necesidad de irme estoy contenta acá.

Aunque no sé si podré viajar porque estamos todavía en cuarentena. A veces dicen que pronto la cuarentena termina.

 


Poco a poco la cuarentena termina, y entonces comencé a bajar más al pueblo, muchos comenzaron a irse del Arcoíris. Alquilé una habitación por un mes, me cansé del Arcoíris, sin dejar de agradecer por todos los momentos y experiencias vividas ahí.

Pedí a mi familia que me enviara mi computador, reactivé mi blog. Ya pronto se acaba el mes de arriendo y pronto estaré escribiendo una guía turística de San Agustín.